Tan iguales, tan diferentes
Escrito por: Francisco Antonio García Márquez
El pasado jueves día 20 de noviembre cualquier persona, mayor o joven, mujer u hombre, republicana o nacionalista pudo comprobar que en la programación televisiva se repetía mucho temática. “Espejo Público”, “Las Mañanas de Cuatro”, “Está Pasando”... todos se centraban en el aniversario de muerte de aquel que gobernó España durante nada menos que 36 años, Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde. Esa misma noche echaron una buena película que nos enseñaba cómo fueron sus últimos días. Por supuesto alguien interesado en la historia no puede perderse semejante narración. Pues bien en uno de sus intermedios zapeé un poco y seguí el argumento de la genial serie “Cuéntame cómo pasó” y me extrañó un diálogo que entablaron Antonio Alcántara y su hermano Miguel. En él el segundo comentaba a su hermano que dentro de diez años nadie se iba a acordar de quién fue el Caudillo y tristemente no estuve en desacuerdo con él. Hemos olvidado a Franco, a Carmen Polo, a el Pardo y casi también a nuestro actual Rey Juan Carlos. Pero si hay un hecho en la negra historia de nuestro país que debe ser recordado para que nunca vuelva a pasar es la Guerra Civil que enfrentó a hermanos entre 1936 y 1939. El año que viene su cumplirán 70 años y créanme si les digo que más del 50% de los alumnos de la ESO no sabrían decirles absolutamente nada de ninguna guerra civil. No saben que muchos de sus bisabuelos perdieron sus vidas defendiendo unos ideales, no saben la carnicería de la que fueron testigos sus ciudades y pueblos, y tampoco saben todo lo que perdió y sobretodo dejó de ganar España a raíz de esas batallas y su correspondiente posguerra. Pues bien este artículo que escribo esta semana está dirigido para aquellos que no han sentido el dolor que me envuelve a mí durante la escritura de mi última narración semanal de “Sinjefe”.
1936
Al fracasar el golpe de Estado y preverse una guerra de larga duración, el primer problema con el que se enfrentan los sublevados es un problema logístico. El Ejército de África está en Marruecos, y debe pasar a la península, la flota republicana bloquea el estrecho de Gibraltar impidiendo su paso y el ejército de Mola está escaso de municiones. Se pone en marcha inmediatamente un puente aéreo, al principio sólo con medios propios, y luego apoyado por aviones italianos y alemanes, entre Marruecos y Sevilla. Con los pocos aviones de ataque y bombardeo disponibles, se hostiga a la escuadra republicana en el estrecho, permitiendo el paso de un primer convoy naval prácticamente desprotegido, y se inicia la Campaña de Extremadura para tratar de unir las dos zonas en poder de los sublevados.
Una vez unidas las dos fuerzas, se inicia el avance sobre Madrid, como intento de subsanar la contienda lo antes posible. En esta serie de acciones, pasó a la mitología de la guerra la liberación de los rebeldes asediados en Toledo, que bajo el mando del coronel Moscardó soportaban los ataques republicanos; al recibir Moscardó a Varela éste le dijo la famosa frase: Mi general, sin novedad en el Alcázar. Franco ordenó desviarse hacia Toledo en contra de la opinión de sus consejeros que le recomendaron tomar Madrid; hoy en día hay quienes piensan que de haber tomado Madrid de inmediato la guerra se habría acortado sustancialmente. El 8 de Noviembre empieza la Batalla de Madrid pero los rebeldes no logran su objetivo.
Por otra parte, el Gobierno de la República pasa sucesivamente de las manos de Casares Quiroga, quien dimite tras el alzamiento, a las de Martínez Barrio.
En el norte, las tropas nacionales toman Irún, quedando el norte republicano rodeado por tierra por los nacionalistas.
1937
En torno a Madrid se producen diferentes ofensivas y batallas, tratando un bando de aislar Madrid y el otro de aliviar la presión sobre la capital. Pese a que Largo Caballero mejoró la coordinación del Ejército republicano, fue incapaz de contener las disputas entre las formaciones políticas de la coalición gubernamental y, por tanto, fue sustituido por Negrín, sobre el que pronto cayó la acusación de estar dominado por los comunistas.
En el frente de Aragón, la República inicia a finales de agosto una ofensiva en Belchite, para intentar aliviar la presión en el frente del norte. Casi al mismo tiempo, los nacionales ocupan Bilbao, Santander y finalmente Gijón, poniendo fin al frente norte.
En el sur, toman Málaga estabilizándose el frente en la provincia de Almería. Al finalizar el año, la República toma la iniciativa y comienza la Batalla de Teruel, siguiendo los planes del general Rojo.
1938
En el Gobierno de la República, Negrín se hace además con el ministerio de la Defensa Nacional, sustituyendo a Prieto, y propone a los insurrectos los 13 puntos de Negrín como acuerdo de paz, para restablecer una democracia consensuada sobre principios alejados del conflicto bélico.
Las tropas de Franco toman Vinaroz, partiendo en dos la zona republicana. La República contraataca mediante la Batalla del Ebro, que se convierte en una dura guerra de desgaste para ambos bandos y termina con la retirada republicana. A partir de este momento, la ruta de acceso a Cataluña queda despejada.
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