Gazapping

Esta semana tengo el honor de presentaros una sección nueva: Gazapping. Este apartado constará de anuncios que destacan por su cutrez, dan vergüenza ajena, anuncian productos que fracasaron o, simplemente por el paso del tiempo, quedan bastante desfasados. Quiero aclarar que en esta sección no publicaremos anuncios buenos, ni curiosos, ni nada que tenga un ápice de calidad.Gazapping publicará los martes y constará de dos anuncios por semana, así que no seais mas malages y, si os gusta la sección, dadle a leer más, ya que teneis otro anuncio esperandoos ( y si ya dejais comentario, os haremos la ola). En Gazapping le damos más importancia a arrancaros una sonrisa que a convenceros para comprar algo que no necesitais. Y además, ¿Cómo nos os vais a reir? Si es una Fieshfta!!

Este anuncio tiene un gazapo considerable. Podemos observar que la simpatica ranita enseña como limpiarse el culete a los más pequeños de la casa, pero... ¿Dónde acaba el papel? Pues sinceramente no se si es por respeto por medio ambiente o porque al dibujante se le olvidó dibujar una papelera. El caso es que el papelito se lo acaba guardando en el propio ano y finaliza el anuncio con una expresión en la cara que te dice "Ya esta!! ¿has visto que facil?. Y aunque el mérito de la ranita de guardarse cosillas , cual bolsillo de Doraemon, es admirable, tampoco hay que quitarselo al publicista que es capaz de cometer un gazapo en veinte segundos de anuncio.


En este anuncio podemos encontrar a la mítica Teresa Rabal. Los que rebasamos los veinte años de edad la conocímos como la presentadora de los programas infantiles. A principios de los noventa no había ni club disney, ni megatrix ni chorradas de esas y te tenías que conformar con los gorgoritos de la Rabal. Esta mujer era una mezcla entre la Pantoja y Leticia Sabater, dando como resultado una folclórica que decía super mega guay. Presentaba un programa de educación vial para críos pero no se le ha vuelto a ver el pelo desde entonces. Ojito a las tosta ricas de la época, que le pegabas un bocado mal dao y se te clavaba la galleta de los picapiedra en el cielo de la boca de tal manera, que saltaban dos lagrimones del tamaño de una máquina de escribir.