La otra "Conjura de El Escorial" - Nuestra historia

La Otra "Conjura de El Escorial", por Fco. Antonio García Márquez.

No hace demasiado tiempo acompañé a mis padres a ver una nueva película española basada en una de las conspiraciones mejor planificadas y ejecutadas de la época más gloriosa de nuestro querido país. En ella se nos narra como la noche del 31 de marzo de 1578 unos sicarios asesinaron a sangre fría a Juan de Escobedo. A partir ahí se desarrollan una serie de investigaciones en las que se ven envueltas personas muy importantes de la Corte de Felipe II. Su título era “La conjura de el escorial”, dirigida por Antonio del Real.

No obstante me sorprendió que la película contase hechos acaecidos en el siglo XVI, estaba seguro de haber oído este acontecimiento siglos más tarde. Investigué al respecto y en efecto, hubo otra “Conjura de el Escorial, 230 años más tarde. En ella no estaba relacionado ningún Austria sino dos Borbones, dos reyes de la Corona de España, Carlos IV y su hijo Fernando VII.


Corría el año 1788, Carlos III acababa de fallecer y sería sucedido por Carlos IV, su cuarto hijo (sus dos primeros descendientes fueron mujeres y su tercero, Felipe Antonio fue excluido de la sucesión al trono de España y al de Nápoles debido a su condición de retrasado mental).

Se trataba de un rey de propósitos reformistas. Designó primer ministro al conde de Floridablanca, un ilustrado que inició su gestión con medidas como la condonación del retraso de las contribuciones, limitación del precio del pan, restricción de la acumulación de bienes de manos muertas, supresión de vínculos y mayorazgos y el impulso del desarrollo económico.

El estallido de la Revolución francesa en 1789 cambió radicalmente la política española. Ni el ya mencionado conde de Floridablanca ni Urquijo soportaron la mayor crisis de los últimos 200 años. Tal era la desesperación del monarca que otorgó el poder de ministro a un completo desconocido hasta entonces, Manuel Godoy.

Godoy, un guardia de corps, ascendió rápidamente en la Corte gracias a su influencia sobre la reina María Luisa. En pocos años pasó de ser un hidalgo a convertirse en duque de Alcudia y de Sueca, capitán general y, desde finales de 1792, en «ministro universal» de Carlos IV con un poder absoluto.

Pero no nos interesa tanto la primera etapa de Godoy como gobernador sino la crisis de la segunda, de 1807 a 1808.

En 1807 fue suscrito en Tratado de Fontainebleu que estableció el reparto de Portugal entre Francia, España y el propio Godoy, y el derecho de paso por España de las tropas francesas encargadas de su ocupación.

Esta presencia de soldados franceses en territorio español aumentó la oposición hacia Godoy, enfrentado con los sectores más tradicionales por su política reformista y entreguista hacia Napoleón. A finales de 1807 se produjo la segunda Conjura de el Escorial, conspiración encabezada por Fernando, Príncipe de Asturias, que pretendía la sustitución de Godoy y el destronamiento de su propio padre. Pero, frustrado el intento, el propio príncipe delató a sus colaboradores. En marzo de 1808, ante la evidencia de la ocupación francesa, Godoy aconsejó a los reyes que abandonaran España. Pero se produjo el Motín a Aranjuez.

Tras correr por las calles de Aranjuez el rumor del viaje de los reyes, la multitud, dirigida por miembros del partido fernandino, nobles cercanos al Príncipe de Asturias, se agolparon frente al Palacio Real y asaltaron el palacio de Godoy, quemando todos sus enseres. El día 19, por la mañana, Godoy fue encontrado escondido entre esteras de su palacio y trasladado hasta el Cuartel de Guardias de Corps, en medio de una lluvia de golpes. Ante esta situación y el temor de un linchamiento, interviene el príncipe Fernando, verdadero dueño de la situación, en el que abdica su padre al mediodía de ese mismo día, convirtiéndolo en Fernando VII.

Los acontecimientos de Aranjuez fueron los primeros estertores de la agonía del Antiguo Régimen en España. El pueblo había sido manipulado, pero en cualquier caso, su intervención fue decisiva, puesto que no sólo consiguió la renuncia de un ministro odiado, sino también la renuncia de un soberano y el acceso al trono de un nuevo rey, legitimado por la voluntad popular.

Así pues se puede asegurar sin temor a equívoco que esta Conjura que hemos estado intentando explicar no fue sólo llevada a cabo por Fernando VII y sus seguidores, sino por todos los españoles que veían en el nuevo rey una nueva esperanza para retomar la antigua gloria que habían tenido sus tatarabuelos. El Deseado, como se le llamaba a Fernando, pudo ser quizás una de los primeros monarcas en llegar al poder “democráticamente”. Pero todos ellos se engañaron, pues el mal ya estaba en casa. Por mucho que cambiaran de Rey nadie podía hacer nada ante la invasión francesa que poco a poco llegaría... pero eso es ya otra historia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mu chulo tio se ve que sabes tela

Alberto Montero dijo...

Es que... Paco es Paco

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